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Fray Luis de Granada |
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18B3M8D |
Meditaciones para el martes en la noche. De cuán frágil
sea nuestra vida. |
Valencia 1851. |
Meditaciones
sobre los principales misterios
de nuestra Santa Fe, y doctrina para la oración.
Por el V. P. M. Fr. Luis de Granada,
del sagrado
Orden de Predicadores.
Valencia. Imprenta de D. Agustin Laborda. Año de 1851. Páginas 110-116.
Con aprobación y licencia de la Autoridad Eclesiástica de esta diócesis. - Comparado con:
Fray Luis de Granada: Libro de la oración y meditación.
Segunda
edición. Ediciones Palabra, S. A., Madrid, 1979.
Meditaciones para el martes en la noche.
Capítulo octavo.
TRATADO de la consideración
de las miserias de la vida humana
en que se declara por más extenso la meditación pasada.
Párrafo
cuarto.
De cuán frágil sea nuestra vida.
No sólo es incierta nuestra vida, sino también frágil y quebradiza: si no,
dime: ¿qué vidrio hay tan
delicado y tan ligero de quebrar como la vida del hombre? Un aire basta muchas
veces, un sereno y un sol fuerte para despojarnos de la vida: mas ¿qué digo sol?, los ojos y la vista sola de
una persona bastan muchas veces para quitar la vida a una criatura.
No es menester sacar espada, ni emplear armas; solo mirar basta para matar. Mira qué castillo este tan seguro, en
que se guarda el tesoro de nuestra vida; pues sólo mirarlo desde lejos, basta
para batirlo por tierra.
Mas no es esto tanto de maravillar en la edad de los niños, cuando el edificio es tan nuevo y tan
tierno; lo más admirable es que después de asentada y fraguada ya la obra de
muchos años, poco menores causas bastan para derribarla. Si preguntas ¿de qué murió
fulano o fulana? Te responderán, que de un
jarro de agua fría que bebió, o de una
cena demasiada que cenó, o de algún
placer o pesar grande que tomó; y a las veces no hay causa que dar, sino que acostándose el hombre sano, al otro
día amanece al lado de su mujer muerto.
¿Hay vidrio en el mundo, hay vaso de barro más
quebradizo que éste? Y no es cierto de maravillar que sea tan quebradizo, pues
él también es de barro; antes es más
de admirar, como siendo de tal materia, tal hechura, pueda durar tanto tiempo
como dura.
¿Por qué se desconciertas tantas veces un reloj? La causa es porque tantas ruedas
y puntos, y tanto artificio, que aunque sea, como lo es, de hierro o bronce,
cualquiera cosa basta para descomponerlo.
¿Pues cuánto más delicada es la máquina de nuestro
cuerpo, y cuánto más frágil la materia de nuestra carne? Pues si el artificio es más delicado, y la materia más
frágil, ¿de qué nos maravillamos que se embaraze algún punto de estas ruedas
para el movimiento de nuestra vida? Antes es más de admirar, no cómo los
hombres se acaban tan presto, sino cómo duran tanto, siendo tan delicada su
construcción, y de tan flaca materia compuestos.
Esta es aquella miserable frágilidad, que
significó Isaías por estas palabras:
(Isai. 40.)
Dijo Dios a este Profeta: Dá voces. Responde el Profeta:
¿qué diré? Dicele Dios: “toda carne es
heno, y toda la gloria de ella es como la flor del campo. Secóse el heno y
cayóse la flor; mas la palabra de Dios permanece para siempre.”
Sobre las cuales palabras dice San Ambrosio:
verdaderamente así es; porque así florece la
gloria del hombre en la carne, como el heno, la cual aunque parece grande, es
pequeña como yerba, temprana como flor, caduca
como heno; y así no tiene más que frescura en el parecer, pero no firmeza
ni estabilidad en el fruto.
Porque ¿qué
firmeza puede haber en materia de carne? ¿ni qué bienes que sean durables
en tan flaco sujeto?
Hoy verás un
mancebo en lo más florido de su edad, con grandes fuerzas y con muy bien
parecer: y si esta noche le asalta una
enfermedad, al otro día le verás con un rostro tan mudado, que el que antes
parecía muy agradable y hermoso, ahora parece del todo miserable y feo. Pues
¿qué diré de los otros accidentes y
mudanzas de nuestros cuerpos?
· A unos quebrantan los trabajos, a otros
enflaqueze la pobreza, a otros atormenta la indigestion, a otros corrompe el
vino, a otros debilita la vejez, a otros hacen mal los regalos y a otros trae descoloridos
la lujuria.
Pues según esto, ¿no es verdad que se secó el heno
y se le cayó la flor? Veréis otros de muy esclarecida sangre, de muy antiguo
solar, muy llenos de amigos y muy acompañados de criados, llevando consigo muy
grande familia; y si un poquito se le
trastorna el viento de la fortuna, a la hora es dejado de sus amigos,
maltratado de sus iguales, y desamparado de todos.
Veréis otro lleno de riquezas, volando por las
bocas de todos con fama de liberal y dadivoso, esclarecido con honra, levantado
con poderes, subido en tribunales y
tenido por bienaventurado de todos; y acaecerá que llevándole ahora con voces y
pregones magníficos por la ciudad, se revuelven de tal manera los tiempos, que
venga a parar en la misma cárcel
donde él tenía encarcelados a otros.
¿A cuántos sucede llevar ahora con toda la pompa
del mundo a sus casas, y una noche que se atraviese de por medio oscurece el
resplandor de toda aquella gloria, y un sólo dolor de costado que sobreviene, deshace toda aquella fábula
compuesta?
¿O engañosas esperanzas de los hombres, dice Plinio, y fortuna frágil, y vanas todas
nuestras contiendas y porfías, que muchas veces a medio camino se quiebran y
caen: primero se hunden a la carrera que pueden llegar a ver el puerto!
Pues ¿qué locura es la de los hijos de Adán, que
sobre tan bajos cimientos edifican torres
tan altas, no miran que edifican sobre arena, y que al mejor tiempo se llevará el viento todo lo mal
cimentado?
¡O qué malas cuentas echan a veces los hombres, por
no querer volver los ojos hacia dentro, y hacer primero cuenta consigo!
Y si esta es tan grande ceguedad, ¿cuánto mayor
esd la de aquellos malaventurados que están muchos años en pecado, sabiendo que
no hay entre
ellos y el infierno más que esta vida tan quebradiza?
Imaginemos ahora que estuviese un hombre colgado
de un hilo delgado, y que
tuviese debajo de sí un pozo muy profondo, de tal manera puesto, que en
quebrándose aquel hilo hubiese luego de caer en él. Dime: ¿qué tal estaría
el que así se viese? Cuán temeroso? ¿cuán turbado? ¿y cuán determinado para dar
cuanto tuviese para salir de aquel peligro?
Pues tú, miserable, que osas contra las leyes de
Dios perseverar tantos días y años en pecado, ¿cómo no miras que estás en este
mismo peligro? en quebrándose este hilo tan frágil de la vida, estás para dar
contigo en el profundo del infierno.
· ¿Pues cómo
duermes?
· ¿cómo juegas?
· ¿cómo ríes?
· ¿cómo nunca
echas de ver un tan grande peligro?